Esta mañana en una red social he leído como se ponía el
acento en que las recomendaciones para aguantar de la forma más estable
psicológicamente el confinamiento de estos días, no hay una que no anime a
hacer algo de ejercicio, a tener alguna relación con la música ya sea tocando,
escuchando, bailando... y a realizar actividades artísticas y culturales. Son
precisamente, esos mundos, (literarios, cuentacuentos, profesionales de la
actividad física, de la música…) los que más rápidamente han ofrecido lo que saben y
lo que pueden, de una forma generosa en la red y son precisamente estas
disciplinas, las que tradicionalmente se han considerado menos importantes en
las aulas.
Tras el ataque furibundo que supuso la LOMCE a entre otras,
la música, la educación física, las enseñanzas artísticas, la filosofía… llega
el momento de vivir en propias carnes el alto valor de cada una de ellas. Lo
que vamos a vivir esta primavera, estoy segura que va a representar un antes y
un después, también en materia educativa.
Son varios los foros de docentes en los que transcurrida la
primera semana de clases por internet, se están replanteando su día a día en el
aula. Y es que, al igual que en términos económicos se hablaba de crecimiento,
cuando en realidad era un sobre crecimiento, por lo que esa fórmula suponía una
hipoteca en cuanto a recursos de la tierra y salud de los que la habitamos,
estamos llamando educación a una hiperactividad educativa que estresa tanto a
alumnado, familia, docentes y al propio sistema. Quizá y ojalá, este espacio raro de tiempo que nos
está tocando vivir, traiga entre sus múltiples consecuencias, el
replanteamiento de este modelo.
En mi opinión, la vacuna a la hiperactivación educativa pasa
por volver al origen, a la educación natural, sin tanto aditivo. Diferenciar
entre lo fundamental, lo esencial, lo necesario, lo importante y lo accesorio
para lograr el objetivo principal que en
términos clásicos sería el de preparar
para el mundo de la vida. Si este es
el objetivo, es necesario que la educación (ojo, no solo las escuelas y los
institutos) preparemos para el cuidado y
la escucha de uno mismo, el cuidado y la escucha de los demás, el cuidado y la escucha del medio
y la capacidad creativa.
Volver a repensar la Educación: la inclusión,
la convivencia, la comunidad educativa, el tiempo y los espacios educativos, las ciudades y pueblos educadores..., de
forma lenta, sin perderse del objetivo, es una necesidad no solo en tiempos de
confinamiento.