domingo, 22 de marzo de 2020

Preparar para el mundo de la vida


Esta mañana en una red social he leído como se ponía el acento en que las recomendaciones para aguantar de la forma más estable psicológicamente el confinamiento de estos días, no hay una que no anime a hacer algo de ejercicio, a tener alguna relación con la música ya sea tocando, escuchando, bailando... y a realizar actividades artísticas y culturales. Son precisamente, esos mundos, (literarios, cuentacuentos, profesionales de la actividad física, de la música…) los que más rápidamente han ofrecido lo que saben y lo que pueden, de una forma generosa en la red y son precisamente estas disciplinas, las que tradicionalmente se han considerado menos importantes en las aulas.

Tras el ataque furibundo que supuso la LOMCE a entre otras, la música, la educación física, las enseñanzas artísticas, la filosofía… llega el momento de vivir en propias carnes el alto valor de cada una de ellas. Lo que vamos a vivir esta primavera, estoy segura que va a representar un antes y un después, también en materia educativa.

Son varios los foros de docentes en los que transcurrida la primera semana de clases por internet, se están replanteando su día a día en el aula. Y es que, al igual que en términos económicos se hablaba de crecimiento, cuando en realidad era un sobre crecimiento, por lo que esa fórmula suponía una hipoteca en cuanto a recursos de la tierra y salud de los que la habitamos, estamos llamando educación a una hiperactividad educativa que estresa tanto a alumnado, familia, docentes y al propio sistema. Quizá  y ojalá, este espacio raro de tiempo que nos está tocando vivir, traiga entre sus múltiples consecuencias, el replanteamiento de este modelo.

En mi opinión, la vacuna a la hiperactivación educativa pasa por volver al origen, a la educación natural, sin tanto aditivo. Diferenciar entre lo fundamental, lo esencial, lo necesario, lo importante y lo accesorio para  lograr el objetivo principal que en términos clásicos sería el de preparar para el mundo de la vida.  Si este es el objetivo, es necesario que la educación (ojo, no solo las escuelas y los institutos) preparemos  para el cuidado y la escucha de uno mismo, el cuidado y la escucha de  los demás, el cuidado y la escucha del medio y la capacidad creativa.

Volver a repensar la Educación: la inclusión, la convivencia, la comunidad educativa, el tiempo  y los espacios educativos, las ciudades y pueblos educadores..., de forma lenta, sin perderse del objetivo, es una necesidad no solo en tiempos de confinamiento.

3 comentarios:

  1. Me gusta lo que planteas, un repensar la Educación y convertirla en mayúsculas. De esta situación qye vivimos actualmente, podria salir un pacto de Estado de la Sanidad y la Educación. Y relajar esa hiperactividad que reconozco somenten a los estudiantes pequeños y mayores. Gracias pir exponer tu pensamiento tan enriquecedor. Un saludo

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  2. Gracias a ti por leerlo y animarte a comentar. Hace tiempo que me preocupa, como a muchos, como fricciona la forma de vivir con la vida misma. En educación pasa igual, cada vez se intenta llegar a más y se llena de más y más cosas y cada vez genera más ansiedad a todas las personas implicadas e incluso al propio sistema. Ojalá se puedier llegar a un pacto educativo social.

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  3. Gracias Silvia por compartir tu reflexión. Ya lo leí el domingo y hoy lo he vuelto a leer. Es imprescindible que se oigan estas voces como la tuya que nos llaman a analizar y a valorar lo fundamental en nuestras vidas y en la educación.

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