sábado, 14 de septiembre de 2013

Testigos mudos



La comunidad educativa se enfrenta cada vez a mayor precariedad, los docentes y las familias soportamos peores condiciones laborales, económicas y las ayudas, en más ocasiones de las deseadas, no llegan para cubrir unos mínimos que garanticen la calidad de lo que se ofrece. 

Ya son varios años de movilizaciones de estudiantes profesorado  y  familias, y toda esta movilización va haciendo calar un mensaje en la ciudadanía sobre los recortes, la LOMCE, las tasas y  una retahíla interminable de reivindicaciones que quien más quien menos va conociendo.  Pero, sin querer entrar en la competición del macabro ranking de damnificados con los recortes, tenemos como testigo mudo en esta dramática obra a la llamada en el mundo pedagógico “atención a la diversidad”.  Quizá alguien se olvida, ignora o quiere borrar de la educación la atención individualizada. La disminución drástica del profesorado y el aumento de alumnos/as en los centros hace muy difícil la atención individualizada para todos/as:  alumnos/as con necesidades educativas especiales,  alumnos/as con altas capacidades,  alumnos/as en situación de riesgo social, alumnos/as de otras culturas y lenguas, alumnos/as motivados y desmotivados, interesados/as… la certeza de que cada persona es diferente de de la de al lado exige la creación de distintos agrupamientos dentro de nuestras aulas, la concentración de apoyos y recursos que se han eliminado o reducido y que por tanto dificultan enormemente una adecuada atención a las especiales características de cada persona


Al igual que la biodiversidad es garantía de supervivencia, la diversidad es consustancial al hombre y por tanto no se puede concebir una educación sin contar con  esa diversidad. Es esa diversidad la que lejos de ignorar, deberíamos preservar por la oportunidad que representa de transformación social y la oportunidad de un aprendizaje donde se enfatiza la cooperación de todos/as y se proyectan valores que van mucho más lejos del aula y que tanto necesitamos en esta sociedad. Los alumnos/as que tenemos en nuestras aulas y no pueden recibir esa especial atención, no aparecerán en las manifestaciones, ni en medios, ni en las conversaciones de calle o bar, son los testigos mudos de la batalla. Los tenemos presentes en nuestras voces que a veces son acalladas por el algarabío general al que nos están obligando a participar.  

Algunos/as pretenden que perdamos la oportunidad de la diversidad en las aulas ignorándola y buscando una ciudadanía uniforme y homogénea. La responsabilidad nos obliga a no dejarnos arrastrar por la marea y aprovechar uno de los tesoros que puede ofrecer la escuela a la sociedad, la oportunidad de hacernos más humanos, la oportunidad de ser diferente.

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